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El alma del niño
desde la perspectiva de la terapia familiar

1. Antes de nacer el niño participa de forma directa en la vida física y psíquica de la madre: El niño en el vientre siente todos los movimientos corporales y emocionales de la madre: palpitación, miedo, tensión, relajación, tristeza, enojo, estrés, deseo, ...

2. Antes y un poco después de nacer el niño no es capaz de diferenciar entre compasión y sentimiento propio. Vive en la identificación, en unidad psíquica con la madre. Y los sentimientos de la madre pueden ser más poderosos en el alma del niño y ocupar más sitio psíquico que los sentimientos propios del niño. El alma del niño es en gran parte  "ocupada" con los sentimientos de la madre.

3. El niño es parte del alma de la madre y del padre.  
La unión física de padre y madre crea un espacio psíquico común que el niño siente como su propio espacio psíquico. Por esto el niño es capaz de percibir los sentimientos emocionales de ambos progenitores como sus propios.  

4. Lo que más siente el niño son las energías psíquicas, que los padres reprimen, sofocan, no expresan, no quieren aceptar, no pueden aguantar.
En la memoria física-mental (en el "subconsciente") estas energías son guardadas y permanecen vivas.
El alma del niño se convierte en el refugio de las partes reprimidas de las almas de los padres:
- La represión de acontecimientos y emociones de la situación actual de la vida.
- La represión de acontecimientos y emociones de etapas anteriores de la vida (por ejemplo de la niñez de los padres)

5. El niño pequeño vive en gran parte "inconscientemente": en percepción física-afectiva.
Pero la unidad cuerpo-alma del niño percibe las propias relaciones y las relaciones de los padres de forma extremamente sensible.
Emocionalmente un niño está entre ambos progenitores: por el niño pasa lo que por dentro une a los padres o lo que les agobia mutuamente. El niño siente lo que los padres se hacen uno al otro y también lo que han padecido en su niñez.

6. El niño es la parte "más débil" del alma de los padres, no es capaz de "controlarse", de dominarse, de contenerse, de someter el cuerpo a la voluntad:
A través del niño la vida psíquica de los padres, que no han vivido,  puede llegar a la superficie y así "nacer". El niño puede llegar a ser un "canal del parto psíquico" para las partes reprimidas o devaluadas de las almas de los padres.

7. El alma (el mundo interior de los pensamientos y sentimientos) quiere nacer;
el mundo interior quiere expresarse en el mundo exterior; lo espiritual-psíquico quiere tomar forma tangible; materialización (encarnación) es un suceso primigenio de la vida corporal-síquica.
Lo negado, devaluado, suprimido, no-vivido de los padres se busca un camino a la superficie de la realidad a través del niño.

8. Cuando el niño nace, su alma todavía no ha nacido.
El nacimiento del alma es un desarrollo que tarda toda la vida y que es marcado por fundamentales necesidades básicas del alma:
(1) Poder sentirse parte, ser acogido y aceptado (pero no como “propiedad”)
(2) Sentirse notado: primero por fuera, pero después cada vez más también de forma mental-psíquica (por interés y compasión)
(3) Tener el derecho de distinguirse, de ser distinto (también distinto a los padres), de ser un original.
(4) Tener el derecho de mostrarse: de expresar lo que uno siente, quiere y piensa.
(5) Ser respetado en la "alteridad" (tener un lugar de estimación, de cariño, y de respeto en “el corazón” de los padres) y poder respetar a los padres.

9. El niño experimenta el mundo y las personas de forma extremamente subjetiva:
es decir, relaciona todos los acontecimientos directamente con sí mismo (visión de omnipotencia, o de ser totalmente a la merced de los otros):
- "¿Qué he hecho yo que mis padres se separan?"
- "¿Qué he hecho yo que mi madre tiene tan poco tiempo para mí?"
Por esto el niño se siente muy culpable y/o enfadado, si los padres lo descuidan, si se divorcian, si uno de los padres muere, si el niño es abusado de forma psíquica o física, ...........

10. Aparte de un sentimiento de culpabilidad y de ira pueden surgir, por causa de los golpes de la vida y otras cargas emocionales:
Ansiedad, desconfianza contra sí mismo y contra otros, bloqueos al actuar, bloqueos al tomar decisiones, hiperactividad, timidez, sobre-ajuste, sentimientos de inferioridad, porque el niño no comprende las causas de su pena psíquica y cree que todo lo doloroso es causado por la propia existencia y el propio comportamiento.

11. El niño tiene una percepción muy sensible para injusticias, marginaciones o deméritos en los pensamientos y el comportamiento de los padres, pero también para personas olvidadas o negadas que pertenecen al sistema familiar.
El niño (como cada persona) lleva dentro de sí el sistema familiar entero y desempeña un papel especial en el conjunto del sistema.

12. El niño "cree" en estimación, confianza, comprensión y aprecio entre los miembros de la familia. (El niño posiblemente se da por aludido si a lo mejor los padres desprecian a otra persona, y refiere este desprecio a sí mismo).
El niño posiblemente interviene a favor de los marginados, los olvidados, los despreciados, los chivos expiatorios en la parentela, al abrir su propia alma hacia estas personas y al asumir las energías de ellas (sus problemas y características): esto lleva a una identificación inconsciente (presentificación del otro a través de la imitación, es decir a través de “amor inconsciente”). También si el padre o la madre desprecian a la pareja o a uno de los propios padres o lo desconoce,  esto le agobia al niño, porque quiere amarlos a todos (quiere incluirlos).

13. El niño da fe a sus padres:
Una desvalorización del niño por los padres resulta en una auto-desvalorización del niño:
"No llegarás a nada/No tendrás éxito nunca": Tales declaraciones son como una maldición. El amor inconsciente del niño a los padres sigue el principio: “se cumplirán vuestras profecías”:
Por esto más tarde pueden resultar en fracaso, bloqueo interior, auto-castigo, sentimientos de inferioridad del niño.

14. El niño siempre quiere a los padres  - hasta renunciar a sí mismo.
Muchas veces los comportamientos problemáticos son un intento inconsciente del niño de llevarles a sus padres por un camino saludable.
Mientras más problemas psíquicos sin resolver los padres llevan por dentro, más grande el peligro que el niño renuncia a desarrollar su propio yo para poder apoyar espiritualmente a los padres.

15. El niño lleva en sí el tipo de la relación de pareja de sus padres:
compañerismo (poder ser un original y ser respetado) o dominación (tutela, desprecio, “estatus de propiedad”).
Posible consecuencia: conducta adictiva del niño por amor inconsciente por el progenitor sumiso. En caso de conducta adictiva hay que respetar la parte del amor inconsciente y de la solidaridad con el progenitor despreciado.

16. El comportamiento erróneo de niños muchas veces es una indicación para descubrir algo importante: por ejemplo que uno de los padres no ha logrado aceptar en total la historia de su propia vida y de reconocerla.
O si un progenitor no ha podido despedirse de una persona próxima que ha fallecido y todavía no ha logrado aceptar y respetar su muerte.

17. Ya cuando todavía son bebés,  a los niños les hace falta ser distinguidos del  "niño interior" de los padres. Los padres corren el riesgo de querer consular en su recién nacido los dolores psíquicos de su propia niñez, confunden su propio “ser niño” con su hijo y así no respetan ni su originalidad ni su alteridad. Muchas veces los hijos son pantalla de proyección para una experiencia dolorosa en la niñez de los padres. Los padres pueden aliviar a su hijo al reconciliarse con su propia niñez.

18. El niño llega a un mundo que califica y por parte prohibe los sentimientos:
Por esto los niños llegan a una situación emocinal desesperada, creen tener que esconderse; empiezan a rechazarse internamente, de por dentro desconectar o separar algo de sí mismos.
Pero: Todos los sentimientos son  "órganos del alma". Contienen mensajes y valiosas energías y (re-)quieren que los tomemos en serio y que los entendamos.

19. El niño llega a un mundo que lo desbordará y por el cual resultará herido en su alma:
Una posterior superación de o reconciliación con la niñez por el adulto es, por supuesto, una “tarea” psíquica.

20. El niño idolatra a los padres. Pero no puede soportar a los "padres perfectos".
De los padres se exigen honestidad y autocrítica, una visión realista de los propios lados de luz y de sombra: El ser humano psíquicamente sano tiene una buena relación a su propia estupidez y está dispuesto a aprender.

21. Niños quieren ser percibidos por su madre y su padre de forma física y psíquica, quieren notar que ambos se interesan por su existencia y más adelante por sus vivencias.

22. Niños sufren, si los abuelos se entremeten en la vida de la familia de una forma pedante, o si, por ejemplo, la madre interactúa más con los propios padres que con su marido. Si los padres son capaces de decir NO a sus propios padres a su debido tiempo, su hijo puede desarrollar una “piel psíquica” sana.

23. Cada niño quiere ser un original, no la sustitución por otro niño, no solamente un consuelo, un parche curita sobre una herida emocional de su madre o padre, un sustituto por lo que su padre o su madre echaban de menos en la propia niñez o por lo que no han logrado realizar.

Manfred Hanglberger (www.hanglberger-manfred.de)

 

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